domingo, 30 de agosto de 2009

Territorio de HADES



El mundo es lo que nosotros creemos de él, así de simple..

Me veo cubierta de barro, que de a poco se va secando y mis movimientos se vuelven cada vez más lentos, cómo me cuesta moverme, hasta pareciera que el aire es denso y me genera resistencia. Soy árbol anciano, que se aferra a la tierra de sus pies por miedo a caer, haciendo tanta fuerza que la respiración se me corta, mis ojos se nublan. Mis manos duplicadas por mil que no se atreven a soltar, que oprimen y sin embargo no encuentro seguridad, no puedo retener lo deseado, nada me sostiene. Así es que muero y mi alma desciende hasta encontrarme a orillas del Aqueronte, río en que todo se hunde salvo la barca del temible Caronte, personaje taciturno y malhumorado, encargado de cruzarme al otro lado a cambio un óbolo, moneda griega que encuentro en mi bolsillo sin saber cómo ha llegado ahí. Las puertas del mundo subterráneo son custodiadas por Cerbero, perro monstruoso de tres cabezas y serpiente por cola, que impide que aquel que atraviesa el inframundo pueda escapar de él... ¿dónde me estoy metiendo? ¿cómo hay tanto lugar par explorar dentro de uno mismo? Comienzo a recorrer el Tártaro, mundo subterráneo de Hades ( Plutón), dios destructor que da a elegir entre la regeneración y la degeneración, dios de los muertos que habitan su mundo desconocido, dominador del universo invisible. Clava sus ojos tenebrosos atravesando mi transparencia, lee en mis viscosos fragmentos inconscientes y sin pronunciar palabra su pensamiento me aturde..

cruzando el puente donde el equilibrio es trastornado y el deseo parece excesivo, surge la incomodidad como instrumento de cambio extremo, estructuras viejas deben destruirse para conocer la belleza, reenfocar la vida en un propósito superior aleja el miedo, dejarse uno de lado para ver desde otros ojos el camino que uno se atreve a pisar ”.

Abro mis ojos y estoy de vuelta, mis manos se acercan en un roce como gesto de reunión de mis partes.., y la locura se va diluyendo en el agua que me forma, ese fluir que purifica, que renueva y que aleja miedos humanos, la necesidad de poseer se mantiene lejos cuando la libertad es lo que se quiere desplegar.. Libertad que es ofrecida para poder disfrutar de la sonrisa del que está a mi lado, sonrisa que llega como regalo silencioso a lo más profundo de lo que soy, en este único instante que vivo.


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